Leído en el programa Qué Grande, en Radio Comunitaria Quimunche.
(*) Nace asterisco para adelantar por dónde va deambulando mi mente. Estoy perdiendo un poco de satisfacción lírica. Cada vez más cansado de mí, busco consuelo perdones en ustedes. Amanezco muy enfureciendo conmigo mismo, ni en mis narraciones lo puedo velar. Los zapatos me oprimen, pienso cómo hacer para no estar más en ellos... A cara lavada, no me canso de caer en boludeces decadentes.
Garabatear sobre las reuniones me seduce. Requiero primera persona para transmitir lo que me pasa y lo que ellos sienten. No es fácil pincelar por encargo, pero me gusta el desafío. A menudo sé de qué y a qué le escribo, no me condicionan los títulos. Intentaré pintar con trazos suaves este pictórico presente. El compromiso encarrila más fácil las ovejunas oraciones.
Por estos pagos, aspiro a retratar lo que últimamente se respira: un colérico pesimismo... un denso y colérico pesimismo, atmósfera que nos facilita pasar de una discusión a otra. Material sobra. Por sentar culo en silla, se va complejizando el guion, con ecuaciones, fórmulas y por momentos sin coherencia, irrigamos hasta el hartazgo a nuestras sombrías y aplacadas gargantas.
Como verás, el aire está tallado de angustia, de una madera rescatada de aquel bosque calcinado, de troncos arrancados de antiguos proyectos truncos; carpinteros contemplando desde una punta el tablón de la vida.
El retrato se asemeja al del apostador que acaba de perderlo todo. Un juego de reyes sin corona no va a alcanzar (al menos son del mismo palo.) Un pleno por sentirse pleno vale la pena, pero salió mal ...y quedó tan tachado como amputado el calendario en septiembre (Todavía tengo hundidas en la piel las astillas de la platea de la Copa América.) Volvimos a creer en el encierro del taller sabatino (El lunes a veces llega con el satisfactorio aserrín de lo que no fue pudo haber sido.)
Es cierto que por momentos hemos perdido el humor, quizás algo o alguien nos lo robó. El humo pule lo blanco, resquebraja los ojos y cristaliza arteriales miedos, pero acá nadie finge ni las muecas señores.
Quien lo intente, será custodiado por el manual sepia.
Todo es tan desolado, que me cuesta terminar de cuajar una idea. Se me apelotona una maraña de sofocones... Intento dejar todo para mañana, pero mañana no es mejor.
Entender y/o distinguir si son momentos, etapas nuevas, crisis profundas o si son las puertas del desamorío entreabiertas es difícil. Más bien diría que un tormentoso cóctel de todas ellas. No siempre se acaba el tiempo si son las tres, quizás solo el sol nos pause por un rato.
Al trípode no lo convocan las curvas femeninas ni sus candongas, la cosa va de psicología barrial. ¡Villa Farrell se viste de consultorio! Hoy parecen tangueros que lloran la nostalgia de un pasado, que mezclaba música disco, cumbia y reggaeton. Las espirales topicales hipnotizan a los miembros del soporte. Lo lindo es que sigue de moda gastar lo gastado, aunque eso también está perdiendo la gracia.
Estamos enamorados de la palabra, de expulsar lo que sentimos. Lo único que habrá de intro-vertido será el Fernet. (¡Ja!) Entre nosotros buscamos lo mismo: hombro y oído rotan (se prestan de ida y vuelta) todas aquellas partes corporales que frases hechas mencionan, todas aquellas que (mano en pecho) ponemos en práctica.
¿Con cuántas personas se llega a un verdadero conocimiento en la vida?
Contemos con quienes nos sentimos siempre a gusto de compartir nuestras penas. (¡Fijate todos los dedos que te sobran! Y fijate que no te sobren todos.)
[Es público que este relator tiene obsesión por quitarle un poco de desesperanza a las cosas (al menos cuando escribe).]
Sabemos que en la arquitectura propuesta, si se derrumba una gamba, junto a ella las otras dos se desplomarán en caída libre, ¡y es un orgullo estar de pie con estos pibes!
Estamos lejos de ser de ser modelos de comunicación, pero cerca de tener a la comunicación como modelo. Esa es el fortuna que otros no ven, una fortuna digna de atesorar. Algunos vociferan que hay que 'tener' y nosotros tenemos de esas compañías que fortalecen. Cuando el rostro oculta tormentas de llanto y los poros parecen enchastrados de lágrimas, ahí se acerca un pañuelo con sus iniciales, con tus iniciales.
¡Brindo a su salud, AMIGOS!
__________________¡No me salió nada del enunciado!
Libro: Cardiogramas del alma (2016).
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