domingo, 7 de agosto de 2005

La guerra que nunca va a terminar

Tras los atentados que sufrió Londres el 7 y 21 de julio, creció la popularidad de Tony Blair. El primer ministro de Inglaterra tomó medidas tras los ataque terroristas que, al parecer, le sirvieron para reafirmar su lucha contra el terrorismo, y ratificar la guerra de Iraq. Lo contrario había pasado con el presidente Aznar, de España, que tras los atentados de Madrid perdió las elecciones.

Tony Blair utilizó frases como: “No cambiaremos nuestro país ni nuestro modo de vida y les demostraremos que nuestros valores son mejores que los suyos", acompañado por su aliado contra Iraq, George Bush, quien declaró: “la ideología de la esperanza será más fuerte que la ideología del odio". Estos dichos que reemplazan a la búsqueda de armas de destrucción masiva de hace tres años, les sirven a los mandatarios para reafirmar la guerra. Y buscan un apoyo masivo de los pueblos de Inglaterra y Estados Unidos con un discurso nacionalista, ya que es un sentimiento muy común de los habitantes de ambos países.

De cualquier manera estos discursos son peligrosos, porque si la “guerra contra el terrorismo” se transforma en “guerra de fanatismo”, corre el riesgo de ser una guerra eterna como la de Medio Oriente. En la actualidad la idea de los aliados es abandonar Iraq cuando sea una república democrática, aunque si esto sucede, los yacimientos de petróleo van a estar bajo control occidental eternamente. Blair y Bush coinciden en que los terroristas utilizan las guerras de Afganistán e Iraq como excusa para sus ataques, pero las raíces del problema son más profundas. Si ese discurso es verídico, la guerra ya es eterna.

Llama la atención cómo el poder dominó a los medios masivos de comunicación tras los atentados en Londres. Un factor fundamental para que Tony Blair haya logrado aumentar su popularidad. La opresión llegó al punto que los medios londinenses tienen prohibido decir la palabra terrorismo. El hecho que los atentados hayan sido en subtes y un colectivo, le sirve a Blair para impedir que las imágenes de horror en Londres no se vean en todo el mundo. Apenas circuló la foto del colectivo destruido, sin víctimas humanas a la vista. En su momento le fue imposible a Bush tapar las torres gemelas. Tampoco Aznar impidió filmaciones y el resultado se vio en las urnas, una semana después Rodríguez Zapatero del Partido Socialista Español lo venció inesperadamente en las elecciones. Pero los medios ingleses actuaron con demasiada serenidad, como si estuviese preparados para lo que pasó.

El terrorismo, tan odiosamente, logró que los pueblos pidan a sus gobiernos que se retiren de Iraq. Pero si Blair encontró la forma de que los atentados favorezcan la situación de los gobiernos, la guerra tardará muchos años en acabar. Hasta que las ambiciones de los países ricos por dominar el mundo se terminen, o los terroristas decidan no matar mas gente inocente.

Sebastián Sánchez.