martes, 6 de junio de 2006

La cara violenta de la historia del fútbol regional

La violencia en el fútbol argentino, es un flagelo difícil de solucionar. La realidad argentina se ve reflejada en los estadios, no importa el nivel del que se trate, profesional, amateur, en las mayores categorías de AFA y en el ascenso del interior se vive con crudeza este mal. El encanto de ir a la cancha a ver un espectáculo futbolístico queda en un segundo plano. El futbolero que no dejó de ir a los estadios, asiste con miedo y piensa dos veces el llevar o no a su familia.

Hoy los violentos mandan y son los que deciden cuando finaliza un partido según sus intereses. Sin ir más lejos, el día 28 de mayo de 2006 en Centenario, en un partido del club de la ciudad ante Bella Vista de Bahía Blanca, individuos del equipo local tomaron a golpes de puño al árbitro del encuentro. El choque entre neuquinos y bahienses fue agresivo futbolísticamente porque sólo un equipo lograría una plaza en el Torneo Argentino B.

Los problemas empezaron al término del partido, cuando los jugadores de Centenario, dolidos por el descenso, se dirigieron directamente a golpear a los de Bella Vista que comenzaban a festejar. Se desató una gresca. Mientras tanto la tribuna visitante era asediada por una lluvia de piedras que los neuquinos le tiraban desde afuera del estadio. Quedó al descubierto un negligente operativo policial.

Todo se tornó aún más bochornoso cuando la parcialidad local ingresó al estadio, y se sumaron a la pelea de los jugadores. Quienes sacaron la peor parte fueron el árbitro y los asistentes que fueron brutalmente golpeados, momentos más tarde los jugadores de Bella Vista se vieron obligados a trepar el alambrado para escapar de los que pudo ser una tragedia.

Para muchos medios regionales, incluso para el presidente de Lifune, Centenario iba a recibir una sanción ejemplificadora, de muchos años. Sin embargo el Consejo Federal de AFA resolvió suspender a los jugadores de Centenario Javier Berra, Manuel Sánchez e Ignacio Albornoz durante sólo cuatro fechas. Además sancionaron a Cristian Del Pino provisionalmente y a Martín Aguirre de Bella Vista por tres jornadas.

Se preveía que la cancha de Centenario sería suspendida, al igual que el club. No obstante, el club neuquino fue invitado a disputar un cuadrangular para mantenerse en el Argentino B, y el “Gigante del Barrio Sarmiento” no recibió sanción alguna.

Hace diez años sucedió algo similar. El 7 de julio de 1996 es tristemente recordado por la invasión al campo de juego de los hinchas de Cipolletti en la final contra Juventud Antoniana. Muchos jugadores e hinchas salteños fueron salvajemente golpeados. El hecho se hizo eco en los más importantes medios nacionales, y las imágenes conmovieron al país. A pesar de ello, Cipolletti fue invitado por la AFA a jugar en la Primera B Nacional.

La infeliz tarde de Bella Vista en Centenario, no fue la primera de los bahienses en la región, y como están dadas las cosas puede que no sea la última, ya que la próxima temporada deberán visitar el Alto Valle con frecuencia y tienen una cuenta pendiente desde el 2002 con Cipolletti.

En aquella ocasión los bahienses vencían a los cipoleños, que no soportaron el resultado parcial y reaccionaron pasándose a la tribuna visitante con el fin de robar banderas. En la reanudación del encuentro Cipolletti dio vuelta el partido y durante los festejos volvieron los incidentes, pero la brigada “BORA” desalojó a la hinchada visitante violentamente. Este es uno de los tantos casos que lamentablemente se repiten para la decadencia de nuestro fútbol.

En octubre de 2005 el centro de Neuquén se convirtió en un campo de batalla. Independiente recibía en “La Caldera” a Centenario, a cinco minutos del final del partido una falta violenta de Rogger Morales a Manuel Sánchez desencadenó un escándalo entre jugadores de ambos equipos, que se tomaron a golpes de puño. La violenta reacción de los protagonistas se trasladó a las hinchadas, que fueron reducidas por la brigada anti-tumulto. La misma se vio obligada a intervenir por la lluvia de piedras que ambas parcialidades se arrojaban.

Los gases lacrimógenos y las balas de goma en las calles Winter y Mitre rompieron con la calma de una calurosa tarde de domingo. El saldo fue de varios heridos, y un hincha de Centenario tuvo que ser trasladado al hospital Castro Rendón con lesiones en el rostro.

Este duelo entre clubes regionales tiene un antecedente histórico que data del año 1986. En “La Visera de Cemento”, Cipolletti recibió a Independiente de Neuquén en una final que otorgaría el ascenso al Nacional B. Cuando terminó el partido hubo incidentes entre un jugador “del rojo” y el ayudante de campo del albinegro. Pero el momento más intenso se registró cuando algunos jugadores de Independiente se encontraron en la platea con la barra brava de Cipolletti que no escatimó en golpes.

Los jugadores golpeados denunciaron que la policía no los protegió, aún cuando se había comprometido a hacerlo. Incluso manifestaron que los efectivos policiales no reaccionaron ante los incidentes que presenciaban de cerca.

A partir de aquel enfrentamiento terminó una relación de amistad entre las hinchadas de Cipolletti e Independiente. Pasados ya veinte años, ambos clubes volverán a competir entre si en el próximo Torneo Argentino B.

Hace apenas un mes, inéditos incidentes se registraron entre Alianza de Cutral Co y Rivadavia de Lincoln. En Neuquén los hinchas locales, le rompieron el colectivo a los bonaerenses, que no pudieron salir de su vestuario hasta dos horas después del partido. Los linqueños se vengaron pasada una semana cuando Alianza desembarcó en su reducto para el partido de vuelta.

Los jugadores de Alianza declararon que Rivadavia puso en el campo de juego a barrabravas haciéndose pasar por alcanzapelotas y ayudantes de campo. Los encuentros fueron muy violentos si se tienen en cuenta los cinco partidos que disputaron en los últimos seis meses. Sin embargo el último enfrentamiento superó los antecedentes. Hubo ocho expulsados, y en el entretiempo los locales no dejaron descansar a los jugadores de Alianza en el vestuario.

Un jugador de Alianza comento luego que el técnico local amenazó al comisario a cargo del operativo para que no les permita el acceso al vestuario visitante. Otros vieron al técnico de “los celestes” enfrentar a los jugadores de Rivadavia con un trozo de madera. Para peor, en el segundo tiempo, el árbitro decidió no expulsar más jugadores para continuar con el partido. El juego se desvirtuó, las patadas y las acciones mal intencionadas se repitieron hasta el final de los 90 minutos.

Carlos Bianciotti, jugador de Alianza declaró con el llanto contenido: “Es una vergüenza, cuando terminó el primer tiempo se metió gente de la hinchada a pegarnos y el árbitro nos termina echando tres jugadores”. Mientras que Diego Bissio de Rivadavia expresó: “El principal responsable de lo que pasó fue el técnico de Alianza, que se burló de los hinchas de Rivadavia cuando nos eliminaron en diciembre, a pesar de que ellos lo aplaudían. Cuando fuimos a Cutral Co nos maltrataron desde el hotel hasta irnos de la cancha”. Por otro lado el defensor del “rojo” se mostró indignado y desmintió muchas versiones que los jugadores de Alianza denunciaron a través de los medios.

Esta vez la cancha de Rivadavia de Lincoln, sirvió de escenario para que la violencia fuera protagonista. Aunque en los últimos diez años, “el coloso” de Cutral Co fue testigo de situaciones similares. La más recordada fue una batalla campal adentro y fuera de la cancha contra Banfield de Mar del Plata, que tuvo repercusión mediática a nivel nacional.

El caso “Rivadavia – Alianza”, deja al descubierto que cuando las hinchadas locales provocan desmanes en la región, en la revancha los jugadores son victimas de las represalias. Algo similar ocurrió a principios de los ’90 cuando el por aquel entonces capitán de Cipolletti, Domingo Perilli, manifestó abiertamente que los hinchas albinegros maltrataban a los visitantes en “La Visera”, por lo que luego los jugadores cipoleños sufrían las consecuencias. Esto generó una polémica.

Pero sin dudas, el clásico más reñido es el de Cipolletti y Huracán de Comodoro Rivadavia. Los enfrentamientos fuertes comenzaron en la década del ’70, pero lo más recordado fue lo sucedido en enero de 1985. En Comodoro Rivadavia, una lluvia de piedras lesionó a casi todo el centenar de hinchas rionegrinos que se acercaron a apoyar al albinegro. Una semana después se jugó el partido definitorio en la ciudad de Bahía Blanca, el presidente del Club Cipolletti declaró públicamente: “El domingo no nos jugamos la clasificación, nos jugaremos el honor de la ciudad” en referencia a lo ocurrido en Comodoro.

Las declaraciones de Néstor García enervaron no solo a los hinchas de Cipolletti, sino también a simpatizantes de Fernández Oro, Independiente de Neuquén y Alianza de Cutral Co, que viajaron para apoyar al albinegro. El resultado fue catastrófico, muchos comodorenses terminaron en el hospital de Bahía Blanca, sin siquiera llegar a las inmediaciones del estadio.

Recién veinte años después, se volvieron a encontrar. El vicepresidente de Huracán de Comodoro declaró: “Todavía muchos tenemos marcas en la espalda de 1985”, sin embargo y pasando por alto los antecedentes, la policía subestimo la situación y realizó un operativo deficiente para el partido que se avecinaba. Una vez más, pero en esta ocasión fuera del estadio se enfrentaron las dos hinchadas.

En la revancha, nuevamente la violencia se hizo presente, policías y jugadores de Cipolletti culminaron la tarde entre empujones y amenazas, gresca que duró unos diez minutos. Desde el arribo de Cipolletti a Comodoro Rivadavia, los jugadores recibieron amenazas y hasta piedrazos mientras precalentaban.

Huracán y Cipolletti fomentaron un odio sin sentido, empañando lo que debería ser un gran clásico del fútbol patagónico.

La única vez que se aplicaron sanciones ejemplificadoras a jugadores de fútbol en la región, fue el 18 de mayo pasado cuando la Lifune suspendió por cinco años a Rodrigo Nahuelquín de San Lorenzo. El jugador golpeó a Luis Forestier de Atlético Neuquén, quién permaneció internado en el hospital durante tres días.

Las sanciones siguieron con veinte fechas para Pablo Ancamil, diez a Claudio Cácter y cuatro a Marcelo Ancamil. Vale destacar que estos duros castigos fueron empleados por la federación neuquina, mientras que las penas leves a los jugadores de Centenario y Bella Vista fueron colocadas por el Consejo Federal de AFA.

¿Hacia donde se dirige el fútbol?
En Tucumán en la década del ’90, los clubes llegaron a decidir que la liga local deje de disputarse, a raíz de los sucesivos incidentes que se registraban en las canchas. ¿Puede ocurrir lo mismo en nuestra región?.

La reciente contienda entre Centenario y Bella Vista que tuvo repercusión en todo el país, debe servir de ejemplo para que los operativos de seguridad sean eficientes y no se vuelvan a cometer los mismos errores. Parece una frase hecha por dirigentes pero que jamás se pone en práctica. Estos personajes pasan, al igual que los jugadores y los miembros de las hinchadas, pero la violencia perdura y crece en el lastimado fútbol regional.

Sebastián Sánchez - Ezequiel Zavalla.

jueves, 6 de abril de 2006

El racismo en la región, tan ignorado como peligroso

Es común ver por televisión los hechos de racismo en el deporte europeo, que sorprenden en este lado del Atlántico. En Argentina, y también en nuestra región, los medios locales ocupan líneas con la xenofobia entre europeos y africanos, y prefieren ignorar lo que sucede puertas adentro. El primer paso para solucionar el flagelo del racismo, sería reconocer que el problema existe.

Los suplementos deportivos de los diarios regionales y los programas deportivos de radio, a veces dedicaron su tiempo o espacio al reciente caso Eto’o, como lo hicieron con tantos otros hechos anteriores. Pero nunca se atreven a revelar lo que pasa a la vuelta de la esquina. Partiendo de la base que la xenofobia -como para tantos casos- el deporte es un reflejo de la realidad de la sociedad, y tomando al fútbol como deporte universal.

¿Pero qué sucede a la vuelta de la esquina?. Excepto la capital neuquina, las ciudades del Alto Valle tienen un club que se destaca y representa a cada ciudad y un competidor vecino. La discriminación entre las ciudades valletanas se realza a nivel étnico y laboral, mientras que entre clubes vecinos, se recalca generalmente el patrimonio económico de unos y otros. Sin olvidar la siempre presente discriminación sexual.

Difícilmente el discriminador y el discriminado –la mayoría de los implicados cumplen los dos roles- tome conciencia del mal que hace y recibe al gritar cosas como “andá a cosechar manzanas; negro de…; andá a cobrar un plan social; etc.”. Y no toman conciencia porque el problema es tan común que alcanzó el nivel de burla, naturalizando así la xenofobia para tal fin.

Peor se da, cuando un equipo de otra región del país visita Cipolletti. A “La Visera” asisten futboleros de todo el Alto Valle para ver al albinegro, y para ellos, el equipo visitante suele cumplir el rol de extranjero. El 25 de diciembre de 2005, miles de hinchas de Cipolletti le cantaron a una veintena de sanjuaninos de Sportivo Desamparados “Ponelo a Salas…” -en referencia al chileno ex jugador de River-, seguido del clásico grito “Argentina, Argentina”.

En el 2001 se disputó en la misma cancha la Copa Confraternidad, entre el Club Cipolletti y Provincial Osorno de Chile. Los chilenos estuvieron en ventaja casi y todo el partido, y hubo incidentes entre jugadores a cinco minutos del final. Sobre la hora empató el local, y el gol se festejó como si se tratase de una final internacional. En definición por penales ganó Cipolletti y por poco da la vuelta olímpica. Al otro día los medios regionales destacaron la heroica victoria del albinegro, y omitieron los actos discriminatorios que existieron en el campo y en las tribunas.

El flagelo del racismo existe en todo el mundo y se refleja en cualquier arte y disciplina. En Europa existe, se reconoce y se lucha por suprimirlo. En Argentina apenas se reconoce, y en el Comahue prácticamente no. Ignorar el problema es la peor medida que la región puede tomar. ¿Qué pierde el Alto Valle si intenta cambiar esta realidad, y cada cual desde su trabajo asume su responsabilidad para erradicar el problema?.

Sebastián Sánchez.