jueves, 6 de abril de 2006

El racismo en la región, tan ignorado como peligroso

Es común ver por televisión los hechos de racismo en el deporte europeo, que sorprenden en este lado del Atlántico. En Argentina, y también en nuestra región, los medios locales ocupan líneas con la xenofobia entre europeos y africanos, y prefieren ignorar lo que sucede puertas adentro. El primer paso para solucionar el flagelo del racismo, sería reconocer que el problema existe.

Los suplementos deportivos de los diarios regionales y los programas deportivos de radio, a veces dedicaron su tiempo o espacio al reciente caso Eto’o, como lo hicieron con tantos otros hechos anteriores. Pero nunca se atreven a revelar lo que pasa a la vuelta de la esquina. Partiendo de la base que la xenofobia -como para tantos casos- el deporte es un reflejo de la realidad de la sociedad, y tomando al fútbol como deporte universal.

¿Pero qué sucede a la vuelta de la esquina?. Excepto la capital neuquina, las ciudades del Alto Valle tienen un club que se destaca y representa a cada ciudad y un competidor vecino. La discriminación entre las ciudades valletanas se realza a nivel étnico y laboral, mientras que entre clubes vecinos, se recalca generalmente el patrimonio económico de unos y otros. Sin olvidar la siempre presente discriminación sexual.

Difícilmente el discriminador y el discriminado –la mayoría de los implicados cumplen los dos roles- tome conciencia del mal que hace y recibe al gritar cosas como “andá a cosechar manzanas; negro de…; andá a cobrar un plan social; etc.”. Y no toman conciencia porque el problema es tan común que alcanzó el nivel de burla, naturalizando así la xenofobia para tal fin.

Peor se da, cuando un equipo de otra región del país visita Cipolletti. A “La Visera” asisten futboleros de todo el Alto Valle para ver al albinegro, y para ellos, el equipo visitante suele cumplir el rol de extranjero. El 25 de diciembre de 2005, miles de hinchas de Cipolletti le cantaron a una veintena de sanjuaninos de Sportivo Desamparados “Ponelo a Salas…” -en referencia al chileno ex jugador de River-, seguido del clásico grito “Argentina, Argentina”.

En el 2001 se disputó en la misma cancha la Copa Confraternidad, entre el Club Cipolletti y Provincial Osorno de Chile. Los chilenos estuvieron en ventaja casi y todo el partido, y hubo incidentes entre jugadores a cinco minutos del final. Sobre la hora empató el local, y el gol se festejó como si se tratase de una final internacional. En definición por penales ganó Cipolletti y por poco da la vuelta olímpica. Al otro día los medios regionales destacaron la heroica victoria del albinegro, y omitieron los actos discriminatorios que existieron en el campo y en las tribunas.

El flagelo del racismo existe en todo el mundo y se refleja en cualquier arte y disciplina. En Europa existe, se reconoce y se lucha por suprimirlo. En Argentina apenas se reconoce, y en el Comahue prácticamente no. Ignorar el problema es la peor medida que la región puede tomar. ¿Qué pierde el Alto Valle si intenta cambiar esta realidad, y cada cual desde su trabajo asume su responsabilidad para erradicar el problema?.

Sebastián Sánchez.

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