miércoles, 22 de julio de 2015

"La pasión por Cipo le sacude el alma"

Nota a pedido del diario Río Negro, publicada en media página de la edición de papel del 25 de julio de 2015. http://www.rionegro.com.ar/diario/la-pasion-por-cipo-le-sacude-el-alma-7830531-9522-nota.aspx. En el diario fue levemente recortada seguramente por espacio, aquí la versión completa.
Tengo casi 32 años, soy casado y tengo una hija. Se que el fútbol no es importante, que la felicidad no va de la mano con el resultado del domingo sino con el bienestar de ellas dos, el progreso en el trabajo que lo permita, y todos los condimentos sentimentales que acompañen el día a día. Quiero que ir a la cancha sea un pasatiempo más, pero no puedo. La pasión por esa blanca y negra que aprendí a admirar hace más de dos décadas me sacude el alma. Cuando llego a casa mi mujer sabe si ganó o perdió Cipo por mi cara, o lo adivina por mi tono de voz si la llamo. ¿Por qué? No se, no lo entiendo, creo que si pudiera explicarlo en palabras viviría de escribir libros.
 
Hace 16 años cuando me hice socio, los clásicos contra Olimpo y Aldosivi me ponían muy nervioso desde la semana previa. Ahora me pasa con estos clásicos zonales ante Deportivo Roca e Independiente de Neuquén. Con todo el respeto del mundo a naranjas y rojos, indica que todos los clubes crecieron menos el mío, pero mi pasión por esa cuestión indescifrable fue aumentando, y mi carnet siempre se mantuvo vigente, al día, por el orgullo de tener el plástico con mi foto y el escudo que también llevo tatuado en el corazón.
 
Los clásicos no los dramatizo para nada, detesto la violencia y los insultos. Obvio que las alegrías y tristezas en los clásicos se sienten el doble o el triple. Pero me han regalado camisetas, pantalón y gorra de Roca que guardo con cariño a quienes tuvieron el gesto. Cuando empecé a convivir con mi mujer, le gustó la camiseta de Roca y se la quedó. No es futbolera pero se hizo simpatizante naranja un poco para hacerme la contra. Nos divertimos mucho con esa situación. Nos gastamos, y se enoja cuando le enseño a cantar a mi hija “el que no salta, abandonó”.
 
En casa se mira muy seguido la película de Cipolletti campeón 2006/2007. Aunque mi mujer se queje. Fue un año hermoso, perfecto, me encantaría que el plantel profesional se vuelva a nutrir de sus formativas, estos duros federales demostraron que fue heroico lo conseguido por aquellos pibes. Pero también me encanta el equipo actual. El domingo en La Chacra sentí que los jugadores honraron la historia. Decidí festejar sin ilusionarme ante el poderío de los clubes del norte, y cuando me quise acordar, me estaba imaginando en el festejo del ascenso.
 
Que una caravana de miles de almas albinegras autoconvocadas celebre una clasificación durante una hora desde el puente hasta La Visera, no garantiza el porvenir de mi hija ni una vida saludable para mi familia. Pero el brillo en los ojos de esas caras sonrientes flameando una bandera blanca y negra me hace sentir en plenitud, que el mundo está bien y marcha como corresponde. No digo que esté bien. Simplemente es así. Cuando uno se acuesta y se despierta recordando e imaginando festejos, hazañas y caravanas por el país, cantando canciones de la cancha todos los días, está preso de una pasión inexplicable.

sábado, 18 de julio de 2015

Memoria del fuego

Autor: Eduardo Galeano.
Siglo Veintiuno Editores (1982).

Los mitos, las leyendas, las creencias, las realidades de nuestros aborígenes de América antes del saqueo, la humillación y esclavización que pretenden llamar “Descubrimiento”. La llegada de los españoles, y las andanzas de algunos héroes originarios y muchísimos villanos desmedidos del viejo continente. Memoria del fuego narra desde el nacimiento de América hasta el año 1700 con la majestuosa investigación y pluma del maestro Eduardo Galeano. Ideal para conocer próceres que nunca nos nombraron, y descubrir tiranos que aún son estatuas y nombres de ciudades, en este continente que de su verdadero origen sólo conserva su belleza paradisíaca.

sábado, 4 de julio de 2015

No era tan fácil

No era una boludez ganarle el clásico a Deportivo Roca en el Maiolino.

No era un trámite ganar en Cutral Co.

No era imposible jugar con más hinchas visitantes que locales.

No era una locura afrontar el torneo con mayoría de jugadores promovidos de la primera local.

No era lógico ganar todos los clásicos en La Visera repleta.

No era una pequeña conquista conseguir triunfos en la provincia de Chubut.

Jamás fue simple ganar finales. Una utopía conquistar tres en una sola temporada.

No era una obligación ascender con un presupuesto inferior al de los demás clubes regionales.

No era imprescindible hipotecar el club con once jugadores de jerarquía o trayectoria en categorías superiores.

No era derrotista encarar un campeonato con humildad y cautela.

No era tan fácil ganar el Torneo Argentino B, de similar estructura y rivales a los actuales Federal A. Hasta con recursos económicos es complicado.

Hicieron parecer fácil algo muy difícil. Gracias jugadores, cuerpo técnico y dirigentes del Club Cipolletti de la temporada 2006/2007. Con amor a los colores, profesionalismo, personalidad, y un esfuerzo descomunal, me dieron una alegría que jamás olvidaré.