miércoles, 6 de abril de 2005

La mística del deporte

Por más éxitos deportivos y millonarias recompensas que reciba un atleta, el campeón, el ídolo popular y el deportista intrascendente que murió en el anonimato, tuvieron un comienzo similar. En el afán de practicar deporte, el aspirante carece en su niñez de condiciones óptimas para el entrenamiento.

En la actualidad, la meta del amateur “es llegar a ser como…”, con un deportista consagrado como ideal. Pero esa meta visible, corresponde a un bajo porcentaje de atletas que sin los medios necesarios, tuvieron la convicción y/o la suerte de lograr vivir del deporte.

Un ejemplo de la realidad, es el futbolista Carlos Tévez. Tras una infancia de extrema pobreza demostró que es posible llegar y consagrarse. Pero lo que no trasciende es que hubo cientos de “Tévez” en las villas miserias que no se consagraron porque tuvieron que trabajar o robar para sobrevivir. Y tampoco los acompañó un sistema que les otorgue calzados, buenos entrenadores, canchas, y muchas mas cosas.

Mas allá de lo difícil que puede ser convertirse en un deportista de grandes condiciones, lograrlo no garantiza nada. Lamentablemente tienen que lidiar con demasiados obstáculos para llegar a la consagración definitiva, especialmente en los deportes amateurs. Suele decirse que el tren de la gloria pasa una sola vez, pero muchos se quedan esperando en la estación y ni siquiera lo escuchan.

El deporte es una herramienta educadora recomendable para cualquier individuo. Si se practica desde la niñez, otorga un progreso personal en la interrelación social y en la salud física y mental. Así que más allá del futuro éxito o fracaso, debería pensarse en garantizar la práctica deportiva en los jóvenes como un grano de arena para mejorar la sociedad.

El entorno del negocio y el dinero que mueven los medios de comunicación con sus intereses, contradicen a la mística de practicar deporte para enriquecer la salud, y no para salvar el futuro económicamente. Al facilitar y naturalizar la práctica en los niños, seguramente los éxitos llegaran como un efecto secundario.

Sebastián Sánchez.

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