En mi país es imposible ver a Goycochea y no acordarse automáticamente de Italia '90. Pero empecemos por el principio mejor. Mi vida empezó en el mundial de 1990. Coleccionando figuritas en primer grado. Dando los primeros pasos para hacer experiencias en vida social, por no decir cometiendo los primeros errores. Los primeros recuerdos de mi vida son enterarme de los resultados de Argentina -a los 7 años de edad los partidos enteros me aburrían- y salir a festejar en camioneta con los vecinos. En esa hermosa época en que la gente era amiga de sus vecinos, y un barrio era una gran familia.En la vida se puede subestimar una situación, uno puede creerse superior a algo o a alguien, y sólo cuando se cree superior expone su inferioridad.
Mi vida empezó en Italia. Más precisamente en mi barrio de Neuquén Capital, rodeado de bardas, con arbustos y tierra como ave nacional. Pero con la atención puesta allá, en Italia. Y sin saberlo, lo que pasaba con nuestra celeste y blanca en Italia era un resúmen de todo lo que podía pasar en la vida.
Argentina campeón del mundo abrió el mundial contra un debutante e insignificante Camerún, ganó Camerún 1 a 0 y sorprendió a todo el mundo, literalmente. Por su victoria y por su juego brusco, más que brusco, asesino. La tolerancia del árbitro a las patadas inclementes de los africanos vaticinó un duro camino por recorrer de Argentina en el mundial de 1990. Pero también Argentina tenía mucha vergüenza y demasiado por mejorar.
Con susto y con el ánimo por el suelo, con mucha vergüenza, se pueden sacar fuerzas en el momento clave en que las necesitás. Podés perder herramientas importantes y acudir a otras sin muchas esperanzas. Pero la esperanza verdadera es la que debe nacer dentro de uno. Y todo vale para conseguir esa felicidad. Incluso en la cornisa de la legalidad.
Argentina jugó su segundo partido contra la Unión Soviética, su rival más complicado de la primera fase. Ganó 2 a 0 y consiguió dos puntos fundamentales para revertir la caída ante Camerún.
Se fracturó el arquero Pumpido y se tuvo que volver a casa, lo reemplazó el desconocido Sergio Goycochea. Si en ese momento la selección que dirigía Bilardo con Maradona como capitán, hubiese podido elegir empezar el mundial de vuelta, lo hubiese hecho, sin duda. Pero el milagro argentino apenas comenzaba.
El último partido del grupo fue contra Rumania, rival accesible dentro de todo. Fue empate 1 a 1 y Argentina clasificó a la etapa final por la ventana, pidiendo permiso, tercero detrás de Rumania y el sorprendente Camerún. Con el consuelo de haber sido mejor que otros terceros y seguir en carrera, y el precio carísimo de jugar contra Brasil en octavos de final. Otra mano de Maradona no vista por el árbitro evitó el fracaso rotundo de volver a casa, aunque el andar de Argentina ya era un fracaso.
Nada es imposible. Todos pueden hacerte creer que lo imposible es verdaderamente una utopía. Pero solo ante un regimiento puedes sacar la fuerza y la voluntad de torcer una historia ya escrita con final triste. Los milagros existen, pero sólo los pueden fabricar tus ganas de tener un final feliz, incluso contra la actitud de cualquier imbécil pesimista.
Era Brasil o Argentina, uno de dos seguía en el mundial. Brasil había ganado los tres partidos en su grupo, jugando muy bien. Empezó el partido y los brasileños pelotearon de lo lindo el arco de Goycochea. Si en el primer tiempo los brasileños metían tres o cuatro goles, nadie podía objetar nada. Si en el segundo tiempo metían un par de goles más, tampoco. Era la lógica.
Pero la realidad es que los palos, el efecto de la pelota, el destino, los milagros; no quisieron que la pelota entrara en el arco de Argentina. En una jugada aislada que cada futbolero de nuestro país guardará siempre en sus retinas, Maradona le ganó a tres rivales y habilitó a Caniggia. "Es ahora o nunca" dijo el relator, y fue un ahora que cuanto más pasan los años, mas se sigue sintiendo como ahora. Caniggia gambeteó al arquero y pateó al arco. Dos brasileños, once, miles, millones, persiguieron la pelota que terminó inflando la red y desinflando la ilusión de los favoritos. Ganó Argentina 1 a 0 y siguió, Brasil eliminado del mundial. La AFA ya había reservado el avión para que el plantel de la selección vuelva a su país. A cancelar las reservas y el pesimismo, y seguir adelante.
Tu mejor herramienta no siempre es infalible. La persona o el medio que pensaste que nunca te iba a fallar. A veces te falla. La herramienta en la que nunca creíste, puede convertirse en una solución maravillosamente increíble. Todas las personas importantes en la vida comenzaron siendo personas comunes y subestimadas.
En cuartos de final, Argentina empató 0 a 0 contra Yugoslavia y definió por penales el pase a la semifinal. A Maradona le atajaron el penal y ahí sí, Argentina se las vio con un pie afuera del mundial. Pero el arquero Sergio Goycochea comenzó su camino a la inmortalidad, atajó dos penales y Argentina pasó a la semifinal. En el festejo de los jugadores, Maradona le dijo a Goycochea: "Gracias, me salvaste".
Todos te pueden odiar. Todos pueden estar en tu contra. Incluso quienes siempre te bancaron. Pero los de afuera son de palo. El camino a la felicidad está en uno mismo. El apoyo realmente necesario es el de los seres queridos.
En la semifinal Argentina enfrentó al anfitrión Italia, que había ganado los cinco partidos que jugó. Un país fanático del fútbol llevaba a su selección camino al título mundial con un fervor único.
El partido se jugó en Nápoles, la ciudad que ama y santifica a su ídolo Maradona. Pero los napolitanos rezaron en una bandera: "Diego, Napoli ti ama, ma l'Italia è la nostra patria" Diego, Napoli te ama, pero Italia es nuestra patria.
El partido terminó 1 a 1 y fueron a los penales. La silbatina de 60 mil italianos ante cada penal rival no impidieron los goles argentinos. Y Goycochea, nuevo héroe nacional, volvió a atajar dos disparos.
Lo silbaron a Maradona cuando fue a patear su penal. Víctor Hugo inmortalizó: "Vamos Diego, metale esa pelota, y con el puño digale a los napolitanos -No me olvido de ésta, eh-". Pero fueron los italianos quienes no se olvidaron. Diego no pudo volver a triunfar en su club, le inventaron un doping positivo que doce años después se comprobó que fue un fraude. Ese día terminó un romance de 6 años únicos en el fútbol, entre Diego y Nápoles.
Lo cierto es que Italia quedó afuera de su mundial. Había ganado todos los partidos jugando bien. Argentina fue a la final. Había llegado hasta ahí casi de casualidad, jugando mal, y con muchos jugadores lesionados, incluso Maradona, quien no debió jugar el mundial porque tenía un tobillo roto.
Por más trabajo y esfuerzo que hagas, hay injusticias. Absurdas, inexplicables. A una injusticia la sigue la desazón, la bronca, las ganas de romper todo. Lo único productivo que uno puede hacer ante un suceso injusto, es aceptarlo y mirar hacia adelante.
"La tortuga contra la liebre. David contra Goliat pero con pelota" reza Sacheri en acerca de la final del mundial de 1950. Cuarenta años después no fue distinto. Alemania era el favorito, el que sin titubear pasó todas las etapas jugando mejor y venciendo a todos. Argentina había trastabillado demasiado como para suponer un nuevo milagro como el de Turín contra Brasil.
Alemania dominó todo el partido. Ese derrotero histórico le costó a la selección Argentina perder soldados importantes de cara a la batalla final. Y el tobillo de Diego no soportaba más.
Una vez más el destino pareció abrirle camino al milagro argentino. Alemania dominaba, tocaba, llegaba, asustaba, pero la pelota no entraba. Así durante 85 interminables minutos. Pero la furia italiana latente en el aire generó un ambiente en el Olímpico de Roma, y vaya uno a saber dónde más,que derivó en un penal que le inventó el árbitro mexicano a los alemanes a cinco minutos del final del mundial.
Fue gol de Brehme. Fue campeonato mundial para Alemania. Merecido para los alemanes, pero injusto por la manera. El capitán argentino Maradona, cuyo llanto de subcampeón desgarró los corazones de millones de compatriotas que lloraban con él en su país, lo expresó claramente como es su estilo: "Alemania mereció ganar 4 a 0, pero nos hubiese ganado 4 a 0 porque son mejores y listo, no así, no así de injusto".
Igual en Argentina los jugadores fueron recibidos como verdaderos campeones. Un país los recibió orgulloso en la mítica Plaza de Mayo. El pueblo esperó que salgan Maradona, Caniggia, Goycochea, y todos sus héroes al balcón de la Casa Rosada. Ellos gobernaron la pasión de su país en un mes inolvidable.
Más de 20 años después del mundial de Italia. Todavía se me acelera el corazón cada vez que el Cani elude a Taffarel en una repetición. Me duelen las patadas salvajes de Camerún. Vuelo de nervios en los penales contra Italia. Puteo junto a Diego y Goyco a los miles de tanos que silban nuestro himno. Y quiero reventarle la cabeza al mexicano que no le cobró el penal a Calderón, y le cobró ese penal a los alemanes. Todavía me emociono de nostalgia y de recuerdos cada vez que escucho la canción del mundial.
Empecé a tener uso de razón en el mundial de Italia 90. De ahí para atrás no me acuerdo de nada. De ahí en adelante me acuerdo de todo. Nací en ese mundial. Sin saber que el camino de siete partidos de Argentina resumiría años de mi vida. Pero como dijo Diego Maradona: "Lo bueno del fútbol es que siempre da revancha". Y sí, la vida siempre da revancha.
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