Leído en el programa Qué Grande, en Radio Comunitaria Quimunche.
Estoy en el frente de batalla:
hay fuego cruzado con el enemigo,
contra soldados que desembarcaron en las islas,
llegados del continente europeo.
Sus fuerzas son numerosas:
hay entre ellos batallones de mercenarios
que traen las mejores armas del mundo
y responden a viejas ideas colonialistas.
Se siente mucho el frío,
el viento susurra y sucumbe con las explosiones.
Estamos envueltos en un manto de neblina
y las balas silban por todos lados.
La orden es salir de las trincheras
que están llenas de agua y barro.
La mochila y el fusil
me pesan mucho.
Piso con el pie derecho
y haciendo un gran esfuerzo, salto y salgo.
Me incorporo,
siento que algo me tocó:
es a la altura del pecho, del lado izquierdo,
y el impacto me hace girar sobre mí mismo
Y comienzo a caer,
comienzo a morir,
a los dieciocho años...
A lo lejos y borroso
veo el rostro de mi madre,
el de mi novia ,
los de amigos y compañeros...
Me brotan las lágrimas
tiemblo mucho, me falta el aire,
quiero gritar,
pero sólo emito un murmullo:
¡Viva la patria!
Se me quieren cerrar los ojos,
los párpados me pesan,
e imagino, al volar por el cielo,
que es todo de color celeste y blanco,
como los que tiene mi bandera...
El mar sigue aplaudiendo la playa,
los pingüinos regresan a la costa,
las gaviotas revolotean sobre ellos,
y después de muchos años
José, que estuvo en la guerra,
me cuenta un sueño recurrente
de su compañero y amigo Jorge,
otro caído en Malvinas
Libro: De lo que aprendí.
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