lunes, 8 de julio de 2024

El hijo del Gallego - Texto de Matías de Rioja


Leído en el programa Qué Grande, en Radio Comunitaria Quimunche.

A algunos les parece raro, pero yo soy hincha de dos equipos. Es que en el interior suele ser así, uno es hincha del equipo de su pueblo, equipo al que vamos a ver a la cancha que suele quedar cerca, y de un equipo de Buenos Aires, que por lo general miramos por tele. 

Así que yo soy hincha de Cipolletti y de Racing. Si, soy de Cipo y Racing como mi papá. 

Y lo curioso es que ahora que vivo en Buenos Aires, cerquita de Avellaneda, no me gusta ir muy seguido a la cancha. Eso un poco les llama la atención a mi familia, me reprochan que ahora que estoy tan cerca, no aproveche para ir más seguido. 

Pero que sé yo, como que no me gusta mucho eso de ir solo a la cancha.

Será que algo adentro mío está acostumbrado a ir a la cancha con mi viejo. Quiero decir, desde que tengo memoria siempre fui a la cancha con él.

Recuerdo por ejemplo que cuando era chico, los domingos íbamos a comer tallarines en la casa de mi abuela que vivía cerca del club. Entonces después de comer, el ritual era ir caminando juntos esas cuadras que separaban la cancha de la casa de mi abuela. Siempre caminando con mi viejo y con mi hermano mayor.

Después mi hermano mayor dejó de ir, y yo seguí yendo con mi viejo y algunos amigos de la adolescencia, y años más tarde, se sumaria al ritual mi hermano menor.

Y a mi siempre me llamó la atención que a mi viejo lo saludara tanta gente cuando entrabamos a la cancha. Ir a la popular y escuchar el grito de "Gallego" desde distintos lados de la tribuna, casi siempre saludándolo con alguna chicana futbolera sobre Racing, y el retrucando el chiste con una sonrisa.

Y hoy que es domingo, y no estoy con mi viejo preparándome para ir a ver a Cipo, empiezo a entender los motivos de porqué desde que estoy acá, no me gusta ir a la cancha. 

Es que toda mi relación con el fútbol, todas mis alegrías  y mis tristezas, tuvieron siempre a mi viejo como testigo y compañero. 

Y me atrevo a decir, que en el fondo para mi el fútbol no es más que una excusa. Si, eso una excusa, una coartada, un vehículo para estar cerca de mi viejo. Una manera lúdica y pasional que nos hizo y nos hace, cómplices. 

Por eso me gusta cuando mi viejo me manda un mensaje o me llama por teléfono contándome de las ultimas novedades del Club. En el fondo sé que esa es su manera de saber como estoy. De saber si estoy bien en Buenos Aires, si me hace falta algo. 

Si, ahora comprendo que por eso no me gusta ir a la cancha ahora que estoy lejos. 

Me siento raro cuando entro y no escucho que gritan "Gallego" desde la tribuna, no verte fumar un cigarrillo tras otro cuando la pelota no entra, no escuchar alguna de tus puteadas poéticas que despiertan la carcajada de los que estamos cerca, y sobretodo extraño gritar un gol y no tener tu abrazo viejo.

Porque quizás al final uno es hincha de los que ama, y yo más que de Cipo o Racing, yo soy hincha tuyo, pa. Yo soy el hijo del gallego, soy hijo del tipo que todos saludan desde la tribuna, el que siempre tiene un chiste a mano y del cual tengo la ilusión de heredar, además de sus colores, alguno de sus gestos. 

Y pienso que al fin de cuentas para eso deben servir las pasiones, para compartirlas con los que son parte de uno. 

Por lo menos para eso me sirve a mi el fútbol, para abrazarme en las buenas y en las malas con vos viejo, para abrazarme con el gallego, el tipo que me enseñó, que el fútbol como la vida, se disfruta con los que uno ama.

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