jueves, 25 de julio de 2024

Me permito escribirte... - Carta de Eduardo Quintana


Leído en el programa Qué Grande, en Radio Comunitaria Quimunche.

 Buenos Aires, 25 de Abril de 2001

Estimado Roberto:

Me permito escribirte estas líneas, aunque no tengo el placer de conocerte personalmente; sólo te he visto en algunas oportunidades por televisión, en la Feria del Libro o en alguna que otra revista.

Sí,  tengo el gusto de sentirme uno más en esa hermosa legión de admiradores de la literatura futbolera.

Cuando me pongo a escribir estas líneas, siento la necesidad imperiosa de contar un sentimiento interno. Ese de mezclar la pelota con un libro, el vértigo del gol con la paz de una lectura, la camiseta y el señalador.

No nos unen los colores futbolísticos, sí el mismo sobrenombre “Academia”. Creo que uno de los motivos por los cuales a Central no le tengo “bronca”, es por la admiración que siento por hinchas renombrados como vos, el Negro Olmedo, Fito, el Flaco Menotti y hasta los mismísimos Chelo Delgado y el Sifón Úbeda.

Un cosquilleo me corre por la espalda, del sólo hecho de saber que esta carta algún día podrá llegar a tus manos.

Quizá la misma sensación que sentiría al tirar un caño, hacer un sombrero o meter una rabona. Esa magia que fluye en una prosa dedicada a tal o cual persona.

Tal vez porque Central sea el Racing de Rosario, así como la Lepra es el Rojo.

Quizá porque cada Sábado cuando escucho a Alejandro Apo en “Todo con Afecto”, siento la misma sensación que en épocas de secundaria, cuando escuchaba al Gordo Muñoz relatando un gol en medio de una comunicación con la Base Vicecomodoro Marambio. 

¿Cómo creés que conocí algo de la Antártida? ¿Cómo creés que tuve una pintura de la bohemia Ciudad de Rosario?

El escrito es una idea, muchas veces imaginaria, que se ve plasmada en letras. Algo así como la táctica empleada por el director técnico que imagina un determinado desarrollo de un partido, lo piensa, lo explica y el Domingo intenta llevarlo a cabo.

La magia de la interpretación de cada lector, es similar a la exhibida por el hincha, que con toda la adrenalina de la pasión juega un partido singular desde la tribuna.

Es cierto que me une a vos el “fóbal” y la “literatura”; pero en realidad eso es una visión superficial. Me une a vos una cuota importante de admiración.

¿Sabés a veces que me pasa? Me carteo o me encuentro con otros escritores semi desconocidos y en charlas informales, realizan la pregunta típica:

¿Qué escritor te gusta?

Yo ahí recito casi de memoria, Benedetti, el Gordo Soriano, algo de Coehlo, de Sábato, mucho de Galeano, de Roberto Arlt.

Me gusta –también les respondo- un escritor joven llamado Sacheri, que tiene un talento enorme y Roberto Fontanarrosa (siempre te dejo para el final).

¿Y con cuál de ellos te identificás como escritor?  Y ahí no dudo, siempre respondo.

Me identifico con el Negro Fontanarrosa, porque ve el fútbol como yo, con el barrio en la cabeza, con el potrero en el pensamiento y la pulpo de goma en su corazón.

Esa mezcla de barrio y prosa, botín y lapicera, césped y papel, imaginación e inspiración; con el broche final de la firma con seudónimo, como una larga corrida con los brazos abiertos en la búsqueda de miles de bocas que gritan un gol.

Me permito escribirte estas líneas con cierto pudor, producto de la admiración a un grande. Robarte un minuto de tu humildad para ponerte de referente de mis escritos futboleros.

Admitiendo que día a día, con el pasar de los minutos y aunque sea en tiempo de descuento, se generará esa situación de gol que inspirará otro cuento.

Roberto, me permito escribirte estas líneas...

Libro: Pasiones de pibe (2004).

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