Leído en el programa Qué Grande, en Radio Comunitaria Quimunche.
El escudo del Club Cipolletti siempre llamó la atención por su complejidad y originalidad. En su parte superior combina bastones horizontales blancos y negros a su izquierda, con verticales a su derecha. La inscripción Club Cipolletti completa debajo, sin siglas como suele utilizarse en los emblemas deportivos. Y las características líneas albinegras que lucen las indumentarias deportivas, en su parte central bordeadas por laureles verdes.
El club llevaba 45 años de crecimiento ininterrumpido, y muchos en la ciudad se decían diseñadores del escudo, aunque nadie podía probarlo. Una tarde de febrero de 1971 entró al club un anciano acompañado por su esposa y familiares, y pidió hablar con algún dirigente. Lo recibió el secretario Carlos Duca.
El señor guiado por sus seres queridos, miraba la infraestructura y no podía ocultar la emoción a cada paso en el club. No lo pisaba desde 1929. Hasta que, por fin, más de cuatro décadas después, le dijo al secretario:
- Mi nombre es Gastón Vernet, soy el autor del emblema de este club.
Duca lo miró complacido pero incrédulo, y fue tajante en la respuesta:
- Con usted, señor, son por lo menos diez personas las que se adjudican la autoría del emblema de este club.
La reunión ocasional se transformó en improvisada ceremonia informal, cuando Gastón desplegó una memoria del club que llevaba consigo, y le mostró al secretario en la página 16 del ejercicio 1927/28, la constancia de la aprobación del emblema que toda la vida distinguió al prestigioso club.
A fines de la década de 1920, Gastón Vernet supo sacar yuyos junto a sus amigos en los terrenos de Mengelle y O’Higgins, donde hoy se edifica la sede central. Y con un diseño hermoso, supo dejar su huella eterna en la historia del Club Cipolletti.
En el año 2015, la C.D. presidida por Santiago Caldiero decidió armar un departamento de marketing para aggiornar el club a los tiempos de comunicación moderna. Allí cayeron en que el club no tenía registro de diseño puntual del escudo. Varios diseños parecidos pero no iguales, se lucían en paredes, indumentaria, carnets, y ni hablar en internet. Más o menos cada hincha, socio, dirigente, usaba el escudo que le parecía, incluso dentro del club.
En el departamento de marketing decidieron establecer y registrar un escudo único, con medidas universales, respetando profundamente los lineamientos básicos de don Gastón Vernet casi nueve décadas atrás.
En tiempos de modernización de escudos a escala global, Cipolletti no fue la excepción. Un grupo muy instruido en diseño aunque no en historia del club, decidió eliminar las aristas que separaban la parte superior del nombre del club y las franjas centrales. También eliminaron la rama verde que unía todos los laureles. El cambio más fuerte que introdujeron al escudo original, fue el agregado de la inscripción “1926” dividiendo los laureles izquierdos y derechos. Respondió a una estrategia de marketing donde el año de fundación se utilizaría tratando de generar identidad al club en la gente de la ciudad, en lugar de reforzar la identidad que por peso propio ya genera que la gente se refiera al club como Cipo.
Igual, el escudo trascendió generaciones, enarboló las galas, y dibuje quien lo dibuje, conservó siempre su belleza. No solo jamás perdió identidad, un intendente reconoció que el escudo del Club Cipolletti es más conocido a nivel nacional e internacional, que el escudo de la ciudad.
Sebastián Sánchez
Libro: La pasión de Cipo. Tomo 1 (2023).
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