sábado, 16 de marzo de 2024

Atajó Roma - Cuento de Aldo Riera


Leído en el programa Qué Grande, en Radio Comunitaria Quimunche.

"Si sabes encontrar el triunfo tras la derrota,
y recibir a estos dos mentirosos con el mismo
gesto, si puedes conservar tu coraje y tu
cabeza cuando todos los demás la pierdan,
entonces los reyes, los dioses, la suerte,
la victoria serán para siempre tus esclavos
sumisos y, lo que vale más que los reyes
y la gloria, serás un hombre, hijo mío".

RUDYARD KlPLING

-¡Hola, hola, probando!

José Bolzoni, don Pepe para el barrio, está probando los parlantes para transmitir la carrera.

Sí, otra vez carreras de bicicletas y el barrio está de fiesta. La Sociedad de Fomento organiza.

El micrófono conectado a la consola, los cables en su lugar, en minutos todo estará listo, con tiempo y a la perfección, como a él le gusta. No deja nada librado al azar. Es un perfeccionista, tiene experiencia, esta es la centésima carrera que va a transmitir. Una bocina colgada de cada plátano y las tres cuadras principales tendrán información. Todo está saliendo a pedir de boca.

Las densas nubes que se habían juntado en el poniente a las primeras horas de la mañana se van disipando. No lloverá, les espera otro día bochornoso de calor. La champion tapó los pozos. El regador por la tarde humedecerá la tierra, solo falta eso. Lo demás todo listo. Pero Pepe no está conforme, esa tarde tiene otra cita impostergable, esa tarde Boca puede asegurarse el campeonato; está aun punto de River; al que debe enfrentar hoy, ¡el clásico nada menos! El partido del siglo, exageraba la prensa capitalina. Ganar y la gloria.

El partido comenzará a las cinco, la carrera también. Lo que dura el partido, durará la carrera. Imposible escucharlo; estaba realmente malhumorado. No concebía a Boca jugándose un campeonato y él ausente, aunque solo fuera como oyente. La solución se la dio su sobrino Ricardo.

Rolando Narciso Rivero echa el agua de la palangana sobre su cabeza calva, no ha podido dormir la siesta, las sábanas se le pegaban en su piel lampiña, el calor es insoportable. Pero este hecho no lo ha puesto mal. Está feliz; debuta después de un centenar de carreras. Sí, debuta con la famosa bicicleta del Pescado Gaveglio, recientemente retirado, que con dolor y por necesidad tuvo que venderla. Aquella, casi una leyenda, la que encontró en un basural y con paciencia y artesanía puso competitiva. La que lo llevó a destacadas actuaciones por las rutas nacionales. Grande fue el esfuerzo de Rolando Narciso, pesito a pesito fue juntando con horas extras y changas. Y por fin se le cumplió su sueño. Hoy es el día. Hoy se va a prender con los Uturriaga, los Lomónaco, los Impala, en fin, con los líderes de la categoría.

Está lleno de expectativa y ansiedad. Se seca la cabeza con una toalla, arranca del almanaque el día 8, hoy es el día 9 de Diciembre de 1962, Boca puede ser campeón, a él no le preocupa, ni le interesa. Solo piensa en ganar, ha participado en más de cien eventos y nunca ha ganado, pero ahora no es una utopía pensar en un triunfo. Por primera vez tiene máquina para pelearles a los más encumbrados de la Tercera Libre. Le puso grafito al piñón, la rueda giró y giró libremente durante largos minutos. ¡Es una maravilla!, está conforme. Se ató el pañuelo en la frente. Un beso a Matilde. "Que triunfe, hijo", su deseo de madre, "pero en caso contrario, recíbalo con el mismo gesto", y con ternura la anciana completa el consejo, "Serás un hombre, hijo mío". Le abre la precaria puerta; Rolando Narciso Rivero (Revire, para los muchachos del ambiente, apodo que se ganó por méritos propios, pues sus reacciones eran un tanto díscolas) salió del interior de la casucha montado en su máquina, parado sobre los pedales, balanceándose, camino a la gloria. Su madre se queda con el brazo levantado despidiéndolo hasta que se pierde en el fondo de la calle polvorienta. Será una sorpresa para todos, está seguro.

Un mundo de gente alborotada en derredor del palco. Por los parlantes el dúo Gardel-Razzano y sus guitarras amenizan. El sol cae a plomo, insoportable, no importa; un sombrero, una gorra, un pañuelo, una sombrilla y el entusiasmo por ver el espectáculo lo aplacan. Don Pepe, con la radio a válvulas al hombro, llega al palco.

-Mi sobrino es un genio. El transmitirá la carrera, el gordo Muñoz el partido y todos felices.

Marino Castellani, una gloria del pedal de las décadas de los cuarenta y cincuenta, bajó la bandera a cuadros y...

-¡Largaron! -gritó el viejo Bolzoni.

Nai Foino, pitó con energía.

-¡Comenzó el clásico! -tronó la voz del Gordo Muñoz- ¡Valentín para el Beto Menéndez! -pero no se escuchó, la radio bajita para que no interfiriera en sus relatos.

-¡Y, allá se va el pelotón, en busca de la grandeza que solo uno logrará. Son treinta pasiones, son treinta almas que ansiosas pedalean hacia la gloria! ¡Se pierden en el fondo de la recta! ¡Señores y señoras! acaban de presenciar la largada de la tercera edición de la vuelta del barrio Emilio Mitre, que organiza la Sociedad de Fomento. La Tercera Libre está en carrera; disputan el trofeo "Joyería Biondini". Don Miguel Difeo, representante de la firma, se ha hecho presente y él mismo en persona hará entrega en mano al ganador este bonito trofeo que ustedes están visualizando, aquí mismo en este palco.

Eufórico Pepe, en su lenguaje tan personal, transmite los primeros minutos del evento. Con sus gritos tapa la voz de Muñoz, que es difundida por el receptor casi sin volumen.

-Doblaron en la esquina de Irigoyen y avenida La Plata, Aquiles Tonarelli marcha en punta, muy de cerca lo escolta Felipe Impala, su compañero de equipo. Atrás los hermanos Cottini, luego el pelotón como un enjambre de abejas.

A Rolando Narciso Rivero el sudor se le desliza por la frente, el pañuelo que le hace de vincha se empapa, los lentes ahumados le cortan los reflejos. Está último, ni se da cuenta, está tan concentrado, tan poseído, solo piensa en su carrera. Me mantendré expectante, debo sorprenderlos, planea su estrategia.

-¡Centro laaargo de Sarnari, sale Roma y controla bien! -la vieja radio a válvulas sobre la mesa con el volumen muy bajo; Muñoz, relata, don Pepe no la escucha.

-¡Caballero quiere vestir elegante y distinguido, un traje a su medida, Casa Rizzo el as de la tijera! -los ciclistas transitan la recta opuesta, Rolando Narciso agacha su cabeza calva, los músculos de sus piernas se tensan, la bicicleta se desliza con una velocidad increíble, es liviana, una pluma, está sorprendido, es bárbara.

-¡Su Paperino lo espera en Casa Meypa, la moto del futuro! ¡Panadería La Equidad!; el petiso Conti, un amigo que aquí lo visualizo y saludo, le llevará el pan calientito a la puerta de su casa, patrona. El panadero con un gesto le devuelve la atención.

-¡Allá vienen, allá vienen! -gritó el público, los corredores han doblado y enfilan por la recta principal.

-¡Aquiles, el eterno Aquiles, comanda el pelotón, Impala, su compañero de equipo, le cuida la espalda; los siguen el Claro Cottini, atrás, su hermano Tarcisio, Cucaracha para todos; marchan bien los lecheros, después viene Jesús Domínguez, siempre firme con su piñón fijo, en tenaz persecución, el Nato Becerra, atrás de este Luisito Uturriaga, ganador de la última edición; luego muy juntitos vienen Mediasuela Jiménez y el Ladrillo Minervino, representante de Chacabuco... cierra el pelotón el Pelado Rivero.

Si una virtud tenía el Pepe, era lo claro y ligero que transmitía, habilidad de nombrar a todos los integrantes del pelotón sin equivocarse nunca en los puestos que cada uno llevaba al cruzar frente al palco. Tanta era su seguridad que los organizadores recurrían a él cuando había duda en alguna clasificación final. Y ya se había hecho costumbre pues el planillero oficial, don Prudencio Dell’ Gesso, no solo estaba viejo, sino que a causa de las cataratas estaba prácticamente ciego, y por el respeto a su larga trayectoria no lo desplazaban del puesto.

Sin grandes variantes transcurrieron las primeras vueltas. Pepe alternaba transmisión y publicidad, una cobertura muy profesional. Pero del partido, nada. Boca se iba con todo sobre el arco de Amadeo Carrizo. Muñoz, lo gritaba cada vez más fuerte, como para que Pepe lo escuchara. Pero éste no, seguía con la transmisión. Cuarenta segundos de relato, cuando pasaban frente al palco, un minuto de propaganda cuando los ciclistas transitaban la recta opuesta. Pero no aguantó más, perdió la paciencia. Entonces conectó la radio al equipo, y por los amplificadores, se empezó a escuchar la estridente voz del gordo Muñoz. El público lo recibió con una gran algarabía.

-Los anunciantes comprenderán, que me perdonen. En la quinta vuelta los hermanos Cottini se escaparon del pelotón y se mandaron a mudar. Van nueve minutos de carrera.

-¡Aquí pasan los Cottini, en punta! ¿Aguantarán el ritmo? Los persiguen, Impala, Aquiles, Luisito Uturriaga, el Omar Lomónaco, el Jesús, Ladrillo Minervino, Becerra, Gardenia, Mediasuela, De Biasi, Azcurra, Linares, el Pingüino Broggi, Chumillo, Crisanfulli, y... cerrando el pelotón el Pelado Rivero.

Y Rolando Narciso piensa, todo va bien, las gotas de sudor se deslizan por su cráneo brillante y mueren indefectiblemente en su pañuelo anudado.

Y en la repleta Bombonera: Primer tiempo minuto nueve.

-Pelotazo del Beto, para el pibe Pezzi, que lo deja solo frente a Carrizo, ¡tapa el arquero! -el gordo a voz en cuello, hace que los de River festejen a la distancia.

Rolando Narciso alarga las pedaleadas, la bici se desliza en la tierra, como pejerrey en la laguna. Se da cuenta que le sobra máquina, está tranquilo, no siente el esfuerzo, espera el momento.

Entran en la octava vuelta y los hermanos, abdican ante la tenaz persecución del pelotón, van catorce minutos de carrera.

-1º Uturriaga, 2º Impala, 3º Tonarelli, 4º Becerra, 5º Lomónaco, luego vienen el Aldo Chumillo, el Ladrillo, Gardenia, Jesús Domínguez, Claro y Cucaracha Cottini, Mediasuela, De Biasi, Azcurra, Linares, el Pingüino, el pibe Crisanfulli, y... cerrando el pelotón, el Pelado Revire, perdón Rivero.

-¡Catorce minutos, pared de Pueblas y Menéndez, toque para Valentín! ¡Ditro que queda en el camino, el brasileño en posición de gol, sale Amadeo lo engancha! ¡Penal! ¡Penal! ¡Claro penal! José María Muñoz le pone emoción a uno de los momentos culminantes del partido.

-No le quedaba otra al excelente arquero, era penal o gol. La pena máxima siempre da una posibilidad más. Enzo Ardigó y su criterioso comentario. Silencio total en el barrio.

-El mismo Valentín lo va a ejecutar. ¡Toma carrera, tiraaa... gol, gol, gol, goool de Boooca...! -por las bocinas se difunde el gol. ¡Goool de Boca! todos se llenan la boca de gol; nadie le presta atención a Aldo Chumillo, que ha comenzado a comandar la carrera.

¡Boca, Boca, Boca, para todo el mundo!

Es una topadora, su andar es firme y sostenido! Este grandote de gran porte y mucha polenta que es el Aldo, se ha cortado del pelotón y es el nuevo puntero. Veremos cuál será la reacción del resto. ¡Gana Boca viejo y peludo nomás!

Respira con ritmo, se siente bien, su corazón acelerado pero sin sobresaltos, le dice que esta es su carrera. Está último como de costumbre, pero en otras ocasiones ya las piernas le han aflojado. Hoy no, está entero. Rolando Narciso espera su momento.

-Fue un tiempo de poco fútbol, River no apareció. Sarnari no tuvo las luces prendidas, Delem deambuló por el medio campo sin poder hacerse de la pelota. Rattín y Gonzalito conduciendo a un Boca que, con más garra que fútbol, empujó dentro de su área a un River timorato y sin ideas. Merecido el uno a cero y el resultado no fue más abultado gracias al gran Amadeo, que como es su hábito siempre respondió con solvencia. Pero ya nadie escucha a Ardigó. Don Pepe ha bajado el volumen y comienza a ponerse al día con los anunciantes.

-Su Roma Sport está en Casa Carballeira. ¡Olvídese del carbón, la leña y el kerosén, sea moderna, patrona! Ahora, gas en garrafas en Casa Richelmini Hermanos.

El Aldo Chumillo les ha sacado más de trescientos metros de ventaja, siempre firme en el pedal -Bolzoni, transmite la carrera-.

Vuelta cuarenta y cinco, comienza el segundo tiempo, Aldo Chumillo pasa frente al palco oficial, lleva el pie estirado, a los pocos metros salta de la bicicleta, siempre con la pierna tensa, un calambre lo ha dejado fuera de carrera.

¡Se quedó el grandote, se quedó Chumillo!, ahora la punta es del Ñato Becerra, 2º Tonarelli, 3º Uturriaga, 4º Impala, 5º Minervino, 6º Gardenia, luego Lomónaco, De Biasi, Jiménez, Domínguez, Azcurra, Crisanfulli, Broggi, Linares, los lecheros Cottini que se van quedando, y... cerrando el pelotón, el Pelado Rivero.

-Este segundo tiempo no tiene nada que ver con el primero. River ha dado un vuelco total a las acciones. Delem se ha transformado en la figura del partido... se ha juntado con Pando y Sarnari y se han adueñado del medio campo. Enzo Ardigó comenta las vicisitudes del clásico. -Van treinta minutos; River está cerca del empate -los boquenses sufren, la carrera continúa.

-¡Uturriaga es el puntero ahora, el vasquito guapo! Van cincuenta vueltas, a este ritmo, llegarán a completar un total de sesenta. El Ornar Lomónaco se va para arriba, va a ser protagonista, el de Chacabuco también en franca avanzada, el Ñato no le da tregua -Pepe Bolsón comenta las vicisitudes de la competencia-. De estos cuatro saldrá el ganador, estoy seguro -ahora anticipa un pronóstico-. Luego vienen Aquiles, el Chiche Impala, Gardenia, Crisanfulli, Di Biase, Mediasuela, Azcurra, Broggi, Linares, Piñón Fijo, el Claro, el otro Cottini, Cucaracha ha abandonado y... cerrando el pelotón el Pelado Rivero. Faltan quince minutos de carrera y tendrá un desenlace de incógnita.

Pepe se prepara para transmitir un final emocionante.

Al partido también le faltan quince minutos.

-River dominador absoluto, Boca se defiende con garra y entereza, nada está definido, habrá un final de incógnita también -José María Muñoz, le pone cada vez más énfasis, para un final emocionante.

Ya pasaron las dieciocho y treinta. ¡Es el momento! Piensa Rolando Narciso. Solo depende de mí, una hora y media de carrera, y es como si recién hubiera largado, no he sentido el esfuerzo. Es la máquina, estoy entero. ¡Ahí voy! Hundió el pie izquierdo en el pedal y luego el derecho, y otra vez el izquierdo, agachó la cabeza, le puso toda su fuerza, le puso toda su alma.

Los tomadores de puesto se fueron preparando, tres vueltas más, y se cumple la hora de llegada. A la vuelta sesenta se define, ya no hay dudas. A Claro Cottini le pasó como un poste. Linares, Azcurra y Mediasuela, también fueron superados. Ahora Rolando Narciso busca a los punteros. Tengo aire, firmes las piernas, me sobra máquina. Sigue pasando rivales. ¡Esta carrera es mía! ¡Es mía! El pelotón enfila la última recta.

¡Ahí viene el pelotón, los corredores están por entrar en la última vuelta! ¡Última vuelta! ¡Campana de última vuelta! -grita don Pepe y clasifica-: 1º Uturriaga, 2º Lomónaco, 3º Becerra, 4º Minervino, 5º Gardenia, 6º Crisanfulli, y luego una sorpresa, Rolando Rivero, el pelado. Han quedado atrás, Aquiles, el Chiche, el Pingüino, Piñón Fijo Domínguez, Mediasuela, Azcurra, Linares y... cerrando el pelotón, el Claro Cottini. -Ha sonado la campana, los tomadores de puesto han clasificado, cotejan los puestos están de acuerdo.

El público se aprieta para ver -¡Un final ELECTRIZANTE! -enfatiza el relator-. El vasquito al frente, el Omar no le da tregua. Final abierto, nadie se pudo escapar del pelotón. Sorprendente lo del pibe Crisanfulli, en su avanzada, pero más sorprendente aún lo del pelado Revire, perdón, Rivero, que desde el fondo del pelotón se ha encaramado entre los punteros, pero lamentablemente no le va a alcanzar.

Nai Foino da tres minutos de descuento. Una eternidad piensa Pepe, pero mejor, la carrera terminará antes, la podré transmitir, luego disfrutaremos del triunfo de Boca, se consuela.

-Van cuarenta y tres minutos, este resultado se está haciendo insostenible para Boca, River carga con todo. Delem para Roberto, toque para Artime, que pisa el área, el Cholo Simeone se le tira atrás, ¡Penal!, ¡penal! -grita Muñoz, las bocinas aturden. Silencio helado en la tarde tropical del barrio.

Primero Crisanfulli y luego Gardenia, no le hacen resistencia en la curva opuesta. Faltan solamente ochocientos metros, ahora Rolando Narciso, va en busca de los punteros. ¡Es mía! ¡Es mía!

Pepe también Se quedó mudo. Ya estaba, dos minutos y ya estaba, se lamenta. Adiós campeonato.

Van por avenida República, las cabezas gachas, los lomos inflados, las piernas tensas, los corazones acelerados, nadie afloja. FINAL ELECTRIZANTE, al que ya nadie le presta atención, todos atentos a los parlantes que cuelgan de los árboles.

Última curva, último esfuerzo. Las gotas de sudor le bajan por la frente, el pañuelo se ha saturado, ya no las contiene, le arden los ojos. Los punteros están rueda a rueda; Rolando Narciso, media bici atrás. El pasacalle anuncia LLEGADA, es lo último que ve, cierra los ojos, aprieta los dientes. Va por la gloria. Uturriaga, Lomónaco, Becerra y ahora él también rueda a rueda.

Pepe los ve venir pero no reacciona, está totalmente compenetrado en el relato de Muñoz.

-Toma carrera Delem, tirooo... ATAJÓ ROMA! ¡ATAJÓ ROMA! Una explosión de júbilo y algarabía en el barrio. Don Pepe arrojó su sombrero al aire. Empezó a gritar como un energúmeno: -¡Atajó Roma! ¡Atajó Roma! Los cuatro ciclistas cruzaron la meta, pegados.

Los controladores se abrazaban entre sí, nada controlaron. Atrás el pelotón como un enjambre. Cuando le preguntaron a don Pepe, el partido había finalizado y contestó ¡Ganó Boca! ¡Ganó Boca! La decisión fue salomónica, clasificaron como pasaron en la vuelta anterior, la cincuenta y nueve. Coronaron a Luisito Uturriaga. Miguel Difeo, emocionado le entregó el trofeo. Nunca nadie supo quién ganó verdaderamente esa carrera.

¡Dale campeón, dale campeón! La barra de Boca, en una chatita de Ford ‘A’ embanderada de azul y oro, lenta y ruidosamente cruzaba por la plaza principal.

-¿Quién es ese?, ¿está loco?

Un pelado, totalmente desnudo, izaba su bicicleta en el mástil junto a la enseña patria.

-Es Revire, un tumbado, es corredor de bicicleta, un crudo, jamás ganó una carrera. Se volvió loco del todo.

La chatita siempre lenta y con su barra bullanguera se fue hacia el centro de la ciudad a completar los festejos. Las bombas estallan a lo lejos. Los últimos rayos del sol se reflejaban en su cuerpo lampiño y transpirado.

La ambulancia del Hospital Regional lo vino a buscar.

Este cuento está dedicado, a todos aquellos
que nunca ganaron y que siempre hicieron
deporte por amor a éste.

Libro: El fútbol chico y el fútbol grande (2003).

No hay comentarios:

Publicar un comentario