lunes, 11 de marzo de 2024

Se dice de mi - Texto de Felipe Pigna


Leído en el programa Qué Grande, en Radio Comunitaria Quimunche.

Cambios de modales 

Los relatos de la época solían ridiculizar los nuevos «modales» y «etiqueta» adoptados por la oligarquía en su afán modernizador, sobre todo en la pluma de autores que hacían gala de «criollismo» como el entrerriano José Sixto Álvarez, más conocido por su seudónimo de Fray Mocho. En estos casos, los personajes de los cuadros costumbristas solían ser mujeres de la antigua elite porteña, enfrentadas a sus congéneres más jóvenes. Así, en uno de sus cuentos, Fray Mocho relata la visita de doña Feliciana a su sobrina Mariquita, recién regresada de Paris, que se topa en la puerta con «un francés todo afeitado y vestido de fraque», que en lugar de dejarla entrar al comedor, «donde siempre acostumbraba a recibirme Mariquita», la mete en la sala («que a las tres de la tarde estaba ya con luz encendida y con todas las ventanas cerradas... («¿Creerás?»). La pobre Feliciana estaba por escaparse [...] cuando se aparece Mariquita en una de las puertas, de gran cola y me hace una cortesía a uso de minué... ¡Claro!... Corri a abrazarle diciéndole: «sí, soy yo, hijita», pero ella con una sonrisa seria en que solamente me mostraba el colmillo de un lado, me estiró la mano en silencio y con una frialdad que me heló, che, a pesar del calor...

Nos sentamos y naturalmente le pregunté por su esposo [...] Apenas me dijo que bien, preguntándome de paso por Mamerto... ¡Si vieras la cara que puso cuando le dije que todavía seguía con sus pobres pies! [...] Y después de esto, se estiró bien en el sofá y no me habló una palabra más... 

—Asi es la moda de ahora, Felicianita de mi alma [...]. 

—Mirà, m’hijita, ¿sabés una cosa?... Yo no creo que en Paris la gente sea como ésta que va y vuelve... ¿Qué querés?... A mi me parece que éstos toman por franceses a los maniquís de alguna tienda...

La «pobre obrerita» 

La contracara de la tilinguería creciente entre «las que volvieron de Paris» está en las mujeres trabajadoras, cuya síntesis se encuentra en unos versos de Carriego, titulados nada menos que «Residuo de fábrica»: 

Hoy ha tosido mucho. Van dos noches
que no puede dormir; noches fatales,
en esa oscura pieza donde pasa
sus más amargos días, sin quejarse. 

El taller la enfermó, y así, vencida
en plena juventud, quizás no sabe
de una hermosa esperanza que acaricie
sus largos sufrimientos de incurable. 

Abandonada siempre, son sus horas
como su enfermedad, interminables. 

Sólo, a ratos, el padre se le acerca
cuando llega borracho, por la tarde... 

Pero para decirle lo de siempre,
el invariable insulto, el mismo ultraje:
le reprocha el dinero que le cuesta
y la llama haragana, el miserable! 

Ha tosido de nuevo. El hermanito
que a veces en la pieza se distrae
jugando, sin hablarla, se ha quedado
de pronto serio como si pensase... 

Después se ha levantado, y bruscamente
se ha ido murmurando al alejarse,
con algo de pesar y mucho de asco:
—que la puerca, otra vez escupe sangre.. 

Libro: Mujeres tenían que ser (2012).

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