Leído en el programa Qué Grande, en Radio Comunitaria Quimunche.
Tres amigas se reunieron para comer un sábado al mediodía en un restaurante cerca del centro de la ciudad.
Lugar agradable, con árboles, al aire libre en un día soleado y un poco ventoso pero protegido por unas mamparas transparentes.
Decidieron comer unos sandwiches vegetarianos por iniciativa de una de ellas, casi siempre sucede así, a la hora de elegir se produce como un efecto dominó después del que se anima a pedir primero.
La charla se superponía entre las tres, así como los temas que nunca terminaban de desarrollarse del todo porque alguna interrumpía para acotar algo. Y, no estamos dispuestos a escuchar, queremos que nos escuchen.
Hasta que una de ellas le dijo a otra:
-Me contó Gladys que te vió con un chico joven caminando por la placita de la calle Pinar, que iban de la mano. Un chico muy apuesto, alto, delgado, con el pelo largo atado en una colita.
Las tres gritaron y rieron al unísono.
-No. No.
-¡Vamos contanos! ¡Queremos saber!
-No. No.
-Nos estás mintiendo. Decinos la verdad
-Y... siempre hay alguien.
-Ja, ja, ja. ¡Gladys tiene razón, tenés novio!
Y siguieron con la conversación hasta el momento de retirarse. Se despidieron y cada una se fue en su auto.
Al llegar a la casa le abri6 la puerta un joven.
-¿Y? ¿Cómo te fue? ¿Te preguntaron?
-Sí y vos calladito la boca.
El joven que abrió la puerta era muy apuesto, alto, delgado, con el pelo largo atado en una colita.
-Si mamá, como vos digas...
Libro: Donde viven las palabras (2021)
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